INTRODUCCIÓN
Carlos Haddon Spúrgeon nació en Kelvedon, pueblo en el distrito de Braintree de Essex en Inglaterra el 19 de junio de 1834 y falleció en los Alpes Marítimos el 31 de enero de 1892. Fue pastor de la Iglesia Bautista denominada Tabernáculo Metropolitano en Londres durante 38 años. A lo largo de su vida evangelizó cerca de 10 millones de personas; predicando a menudo hasta 10 veces por semana en distintos lugares. Sus sermones han sido traducidos a varios idiomas y en la actualidad existen más libros y escritos de Spúrgeon que de cualquier otro escritor cristiano en la historia de la iglesia. Tanto su abuelo como su padre fueron pastores puritanos, por lo que creció en un hogar de principios cristianos. Sin embargo, no fue sino hasta que tuvo 15 años, en enero de 1850, cuando hizo profesión de fe en una Iglesia Metodista.
Fue parte de numerosas controversias con la Unión Bautista de Gran Bretaña y luego debió abandonar su título religioso. No obstante, fue conocido y recordado en todo el mundo como “El Príncipe de los Predicadores”.
Spúrgeon vivió y brilló con claridad extraordinaria, en una época en que, en su propio país, descollaban grandemente magníficos predicadores que poseían gran caudal de sabiduría y una brillante elocuencia. En efecto, en su propia ciudad, conmovían y arrebataban a las multitudes, predicadores tan eminentes como Jorge Whitefield, Howard Hinton y el canónigo Liddon, todos los cuales gozaban de gran prestigio y de bien ganada fama; mientras que a su vez, fuera de Inglaterra, había una verdadera multitud de oradores sagrados, insignes maestros de la palabra que, dentro y fuera de sus denominaciones, con sus grandes elocuencias, no sólo habían escalado las mayores alturas, sino que también habían dejado sentir sus influencias, para bien, contribuyendo a modelar las corrientes de su tiempo y hacer más real y efectiva la moral cristiana.
Según cita el libro “Biografía de Carlos Haddon Spúrgeon”, que el eminente Dr. Tomás Armitage expresó el siguiente comentario acerca de su persona: “Londres tenía un más perfecto orador de púlpito en Jorge Whitefield, un más acabado retórico en Enrique Melville, un completo exegeta en el Deán Trench, un más profundo en Tomás Binney, un más sensible metafísico Howard Hinton, y un pensador más grande en el canónigo Liddon. Pero todos ellos juntos no pudieron conmover a los millones como los conmovió el mensaje de Spúrgeon, de parte de Dios, en el púlpito”.
A pesar de sus diversas dolencias que lo limitaban en su ministerio, en 1857 fundó una organización de caridad llamada Spúrgeon´s, la cual trabaja aún hoy, a lo largo de todo el mundo.
Durante muchos años Spúrgeon padeció de una persistente enfermedad que cada día se hacía más aguda, la gota reumática que había heredado de su abuelo. Motivo por el cual se veía obligado a pasar largas temporadas, cada año, en el sur de Francia. En los últimos años su dolencia se agudizó de tal manera que presagiaba su pronto abatimiento.
Carlos Haddon Spúrgeon, un hombre verdaderamente grande, el más eminente predicador desde los días de Pablo, durmió en el Señor de la manera más apacible y confiada el 31 de enero de 1892 rodeado de su amante esposa, uno de sus hijos, su hermano y co-pastor, su secretario particular y tres o cuatro amigos íntimo.
Mientras ejerció su ministerio tuvo una sola pasión y propósito: predicar a Cristo con toda su gloria y poder. Fue un maestro de la palabra hablada y escrita.
TESOROS ESCONDIDOS:
De su abundante cantidad de sermones inspirados en pasajes que abarcan toda la Biblia, se irán incorporando en esta sección, bajo el formato HTML, los mismos MENSAJES SELECTOS que están publicados en siete TOMOS en el modo PDF. Sólo que, en vez de estar separados en tomos, serán agrupados directamente en tres secciones: Antiguo Testamento, Evangelios y Nuevo Testamento; y aunque estas divisiones no son correlativas a las de LAS ESCRITURAS. El motivo es hacer un breve comentario como introducción a cada una de estas secciones a fin de que pueda tenerse una idea clara acerca del plan salvífico de Dios. Es decir, distinguir los evidentes y particulares tratos que Dios tuvo con el hombre a través de todos los tiempos; aunque siempre, con un mismo propósito: salvar por medio de la fe, a todo aquel que en Él cree mediante su gracia libre y soberana.
De manera que, a medida que uno va profundizando en la lectura de los sermones de Spúrgeon, no sólo encontrará en estas secciones, una magistral exposición de la pura Doctrina del Padre, sino que además descubrirá como, con fundamentos escriturales, derriba “interpretaciones” subjetivas de algunos “teólogos” que, manipulando LA PALABRA DE DIOS, según sus juicios, crean “mitos” y “dogmas” espurios para convertirlos en falsas doctrinas. Actos que el Apóstol Pablo llama. “pervertir el evangelio de Cristo” (Gálatas 1. 7).
Sin embargo, y a pesar de todas las advertencias señaladas por la propia PALABRA DE DIOS, estas aberraciones se fueron introduciendo en el seno de la iglesia a través de los años, de a poco y muy sutilmente. Por lo que, finalmente, terminaron siendo aceptadas y enseñadas como “dogma de fe” en muchas organizaciones religiosas “cristianas”. Tanto entre las que se autodenominan tradicionales o “apostólicas”, como las que se identifican como reformadas o “evangélicas”.
Algunos de los dogmas más difundidos que corrompen LA SANA DOCTRINA, por citar algunos ejemplos, son:
- Que el Antiguo Testamento fue escrito y tiene validez sólo para el pueblo judío.
- Que el pueblo de Israel y la Iglesia son una misma cosa.
- Que el mensaje del evangelio, por el hecho de que es ofrecido divinamente a todos los hombres por pura gracia, no tiene exigencias para ser aceptado en esta dispensación; pues siendo el período de la gracia, con sólo hacer manifestación de fe y pertenecer a una religión, ser bautizado o hacer tan sólo buenas obras, alcanzan para ser salvos e ir al cielo.
- Que las cartas o Epístolas Apostólicas dirigidas a los santos que conforman la Iglesia del Señor, contienen temas que son exclusivamente para ser tratadas dentro del seno de la iglesia; por ejemplo, la doctrina de la elección. Esta doctrina, aun siendo explícita e irrefutable, no es creída y aceptada por muchos líderes religiosos; influyendo de manera nociva, la manera de predicar el evangelio. Pues, mediante una enseñanza opuesta al propósito divino, aseguran erróneamente que no toda LA ESCRITURA debe ser revelada al mundo por medio de la predicación. Es decir que no se debe poner énfasis, ni presentar con claridad lo que el Señor le reveló a SU IGLESIA, tratando de ocultar la Doctrina de los libres y soberanos actos de Dios, según el designio de Su buena voluntad. Cuando la verdad es que, si esta Doctrina fue dada a los santos, fundamentalmente fue para darles seguridad acerca de una segura salvación y no para ser cuestionada o puesta en duda, degradándola al punto de equipararla a la voluntad de indignos pecadores mediante el dogma del “libre albedrío”. Tal actitud, es oponerse a lo que LA PALABRA argumenta soberanamente de Sí misma, diciendo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3. 16). De manera que, aquellos que no han comprendido y aceptado la Doctrina del Padre en su totalidad tal cual fue dada a los santos de Su Iglesia como única autoridad de fe, están inhabilitados de predicar al mundo Su evangelio. Mensaje divino que, aunque difícil de ser aceptado por aquellos que han cerrado su mente, corazón y espíritu, es el que más alma ha ganado para la Gloria de Dios cuando fue expuesto tal cual ha sido dado.
Carlos Haddon Spúrgeon fue y sigue siendo uno de los más destacados y fieles predicadores de la doctrina de la libre gracia soberana, presentándola tal cual fue revelada desde el Génesis al Apocalipsis.
INDICE BÍBLICO DE SERMONES SELECTOS
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