SANA DOCTRINA - Ministerio de Difusión Bíblica

SU PROPIO SERMÓN FUNEBRE

 

Un sermón predicado el día del Señor, 19 de octubre de 1890

Por Charles Haddon Spúrgeon

En el Tabernáculo Metropolitano, Newington. Londres

 

 

 

Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.

Hechos 13. 36

 

Es notable que David diga, en el Salmo dieciséis: “No dejarás mi alma en el Seol; ni permitirás que Tu Santo vea corrupción”, y sin embargo, Pablo tuvo que decir acerca de él cuando predicó en Antioquía, que David “vio corrupción”. La clave de esta aparente contradicción es el hecho de que David no hablaba de sí mismo, sino de su Señor. Pedro, en su memorable sermón del día de Pentecostés, cita las palabras del salmista, las aplica a su Redentor resucitado y afirma claramente que en el salmo, “David habla de Él”.

 

Vale la pena notar que tanto Pedro como Pablo usan el mismo argumento sobre esta declaración de David. Estos dos Apóstoles no siempre estaban de acuerdo, pero por mucho que pudieran diferir en otros asuntos, estaban de acuerdo acerca de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Espero que, independientemente de las diferencias que pueda haber entre verdaderos predicadores del Evangelio, siempre serán uno al anunciar la resurrección de nuestro Señor.

 

Esta piedra angular del Evangelio nunca debe ser quitada ni ultrajada. La buena noticia que somos encargados de declarar, es la misma que Pablo recibió y entregó, “que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día conforme a las Escrituras”. La principal declaración cumplida entre las Escrituras por la resurrección de Cristo son estas palabras, que David, inspirado por el Espíritu Santo, escribió mucho antes del evento: “No dejarás mi alma en el Seol; ni permitirás que Tu Santo vea corrupción”. 

 

La Resurrección de Cristo es la piedra angular de nuestra fe. Porque, “Aquel a quien Dios resucitó, no vio corrupción”, por lo cual, Pablo pudo decir esto a sus oyentes: “Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados,  y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados”.

 

El argumento del Apóstol es este. David no pudo haberse referido a sí mismo cuando dijo: “No permitirás que Tu Santo vea corrupción”, porque David murió y su cuerpo fue sepultado, y sí vio corrupción. Por lo tanto, debe haberse referido a Cristo, quien en verdad es el “Santo” de Dios. De Él la palabra profética era verdadera, porque Dios no le permitió “ver corrupción”. Murió y fue sepultado, pero resucitó al tercer día.

 

En ese clima hubo, mientras Cristo yacía en la tumba, mucho tiempo para que su cuerpo se corrompiera. Las especias con las que perfumaron el cuerpo precioso no habrían sido suficientes para evitar la corrupción; habrían ayudado a ocultar el olor desagradable que trae la putrefacción, pero no habrían detenido el proceso de descomposición.

 

Pero Cristo resucitó y Su cuerpo no se había corrompido, porque ese cuerpo era cosa santa, había sido sin defecto ni mancha de pecado, como no lo son nuestros cuerpos. Engendrado del Espíritu Santo, era algo puro, aunque nacido de la Virgen María, estaba unido a la Divinidad y no se separó de ella ni siquiera en la muerte: no vio corrupción. 

 

Entonces está el argumento del apóstol: David, hablando no de sí mismo, sino de otra persona, dice que el Señor no le permitirá ver corrupción, y esto lo habló por el Espíritu del mismo Cristo a quien predicamos como Autor y Consumador de la salvación. Él vive y reina hoy como el Rey de reyes y Señor de señores; el que en Él cree, aunque esté muerto vivirá, y vivirá para siempre con su Redentor resucitado y reinante.

 

Mientras Pablo hablaba en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, también se refirió a otro tema usando las palabras de nuestro texto. “David, después de haber servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió”. Ese será mi tema en esta ocasión, olvidándome por el momento del argumento principal, sólo miraría este remolino en la corriente, y llamaré su atención sobre la expresión que salió de los labios de Pablo acerca de David.

 

En primer lugar, preguntémonos: ¿Qué significa servir a nuestra propia generación? En segundo lugar, ¿A qué parte de nuestra generación podemos servir? Y por último, con tiernos recuerdos de muchos que nos han dejado, preguntémonos: ¿Qué pasará? ¿Qué nos pasará cuando terminamos nuestro servicio? Incluso lo que le sucedió a David, nosotros como él, “seremos dormidos”.

 

I. En primer lugar, ¿QUÉ ES SERVIR A NUESTRA PROPIA GENERACIÓN?

 

Ésta es una cuestión que debería interesarnos profundamente a todos. Vivimos en medio de nuestra propia generación, y viendo que somos parte de ella, debemos servirle, que la generación en la que viven nuestros hijos pueda ser mejor que la nuestra. Y aunque nuestra ciudadanía está en los cielos, mientras vivamos aquí en la tierra, debemos buscar servir a nuestra generación mientras pasamos como peregrinos hacia un país mejor.

 

¿Entonces, qué significa que un hombre sirva a su propia generación?

 

Primero observo que no debe ser esclavo de ella. No se trata de caer en los hábitos, costumbres e ideas de la generación en la que vivimos. Hoy en día se habla de Zeitgeist, (expresión alemana que quiere decir: espíritu de la época) término que no necesita por  qué asustar a nadie. Sin embargo, uno de los periódicos dice: “Spúrgeon no sabe si existe tal cosa”. Bueno, sepa algo o no sobre el Zeitgeist, no debe servir a esta generación cediendo a cualquiera de sus nociones o ideas que sean contrarias a la Palabra del Señor.

 

El Evangelio de Jesucristo no es sólo para una generación, es para todas las generaciones. Es la fe que necesitaba ser “dada una vez a los santos” para para siempre; se le dio un estereotipo como siempre será. No puede cambiar porque ha sido dado por Dios, y por lo tanto es perfecto, cambiarlo sería hacerlo imperfecto. No puede cambiar porque ha sido dada por Dios y, por lo tanto, es verdadera; la verdad no cambia y no puede cambiar porque ha sido dada para responder para siempre al mismo propósito, es decir, salvar a los pecadores del abismo del infierno y prepararlos para ir al cielo.

 

El hombre que mejor sirve a su generación es el que no se deja atrapar por cada nueva corriente de opinión, sino que se mantiene firme. Firmemente aferrado a la verdad de Dios que es la roca sólida e inamovible. Pero servir a nuestra propia generación en el sentido de no ser un esclavo de ella, ni su vasallo, ni su sirviente; pero aquellos que se preocupan por hacerlo así, que entran en tal esclavitud y servidumbre, si así lo desean, allá ellos.

 

¿Sabes lo que implica un rumbo de este tipo? Si un joven aquí comienza a predicar doctrinas y pensamientos de la edad, dentro de los próximos diez años, tal vez dentro de los diez próximos meses, tendrá que comerse sus propias palabras y comenzar su trabajo de nuevo. Cuando se ha adaptado al nuevo estilo y está comenzando a servir al mundo actual, dentro de poco tiempo tendrá que volver a contradecirse, porque esta época, como cualquier otra, “siempre está aprendiendo y nunca puede llegar al conocimiento de la verdad”.

 

Pero si comienzas con la Palabra de Dios y oras a Dios el Espíritu Santo para que te revele la verdad hasta que realmente sepas, entonces, si te permite enseñar durante los próximos cincuenta años, entonces tu testimonio al final será suficiente. No contradecirás tu testimonio del principio. Madurarás en experiencia, te expandirás en la comprensión de la verdad, te volverás más claro en tu expresión, pero será la misma verdad en todos a lo largo de tu tiempo. ¿No es algo grandioso edificar, desde el principio de la vida hasta el fin de ella, el mismo Evangelio?

 

Pero acoplar opiniones para luego derribarlas de nuevo, como si fueran bolos, es un mal negocio, para cualquier siervo de Cristo. David no sirvió de esa manera a su propia generación, él era dueño de su tiempo, y no su esclavo. Insto a cada cristiano a elevarse a su verdadera dignidad y ser una bendición para aquellos entre quienes vive, como lo fue David. Cristo “nos hizo reyes y sacerdotes para Dios y su Padre”, no es justo que nos avergoncemos ante el espíritu de la época, o que lamentemos el polvo sobre el cual los “pensadores avanzados” han decidido pisar. Amados, ocúpense de esto y tu propia generación y ser esclavo de ella.

 

En segundo lugar, al tratar de responder a la pregunta: “¿Qué significa servir a nuestra propia generación? Me gustaría que digamos, no es para huir de ella. Si algún hombre dice: “El mundo es tan malo que evitaré contacto con él, incluso la enseñanza del cristianismo se ha diluido tanto y está  tan completamente degradado que no tendré nada que ver con eso”, ciertamente que con esa actitud no está sirviendo a su propia generación. Si se encierra como un ermitaño en su cueva y deja que el mundo se arruine, por más que sea todo lo que dice, no será como lo fue David, porque él sirvió a su propia generación antes de dormir.

 

La que entra en un convento y el que entra en un monasterio, son como soldados que huyen y para esconderse de la multitud. No debes hacer nada por el estilo, avanza y lucha contra el mal, triunfa sobre sobre él, ya sea mala doctrina, mala práctica o cualquier otro tipo de mal. Se valiente por Cristo, ten paciencia, persiste en tu testimonio y no te avergüences. Si no adoptas tu posición de esta manera, nunca se podrá decir realmente de ti que serviste a tu generación. En lugar de eso, la verdad será que si persistes en tu generación, hará de ti un cobarde, o tratará de ponerte bozal como a un perro, y echarte a la calle para que no ladres, ni muerdas, ni hagas nada que pueda probar que hay un alma dentro de ti.

 

Si volvemos a preguntar, ¿qué es servir a nuestra generación? Respondo, es realizar los deberes comunes de la vida, como los hizo David. David era hijo de un granjero, dueño de ovejas, y se dedicó ante todo a cuidar ovejas. A muchos jóvenes no les gusta hacer el trabajo común de su propio padre. Tú dices no quiero trabajar duro, dices quiero ser rey. Bueno, no hay muchas vacantes en este tipo de negocio, y no recomendaría a nadie que esté ansioso por entrar en el si los hubiera. “¿Buscas grande cosas para ti? No las busques”.

 

Antes de que David blandiese el cetro, agarró el cayado del pastor. El que en casa no puede o no quiere realizar tareas simples, no será posible que cumpla con labores de acuerdo con sus años. La chica que sueña con tareas como misionera en el extranjero, pero no puede zurcir las medias de su hermano, no será de utilidad ni en casa ni en el extranjero. Haz las cosas comunes, las cosas ordinarias que se te presenten, y empezarás a servir a tu generación, como David sirvió a la suya.

 

Pero servir a nuestra generación significa más que esto. Es estar listo para cuando llegue la ocasión. En medio de la rutina de la vida diaria, debemos, con diligencia en el deber, prepararnos para lo que sea que nos depare la oportunidad futura, esperando pacientemente hasta que llegue. Mire la ocasión en que David se hizo famoso. Él nunca lo buscó. No anduvo de un lado para otro entre sus ovejas, suspirando y llorando: “¡Oh, si pudiera conseguirlo lejos de este aburrido negocio de cuidar estos rebaños! Mis hermanos, han ido al campamento; irán adelante como soldados, pero yo estoy aquí, enterrado entre estas rocas, para cuidar de estas bestias”.

 

Él fue más sabio que eso, esperó en silencio el tiempo de Dios. Siempre es una buena idea hacerlo. Si vas a servir a Dios, espera hasta que Él te llame a hacer Su obra, Él sabe dónde encontrarte cuando te necesite, tú no necesitas anunciarte ante Su omnisciencia.

 

Por fin llegó el tiempo fijado para David. Cierto día, su padre le ordenó que fuera a donde estaban acampando sus hermanos y les llevara un poco de maíz y unos panes con queso para su capitán. Y llegó al campamento justo en el momento en que el gigante Goliat avanzaba y desafiaba a todos los ejércitos de Israel a encontrarse con él.

 

Ahora es el momento de David y el joven estaba preparado para ello. Si hubiera perdido la oportunidad, tal vez habría permanecido como pastor el resto de sus días. Le cuenta a Saúl cómo mató al león y al oso, y profetiza que el filisteo incircunciso será como uno de ellos, ya que había desafiado a los ejércitos del Dios vivo. Desdeñando el armamento de Saúl, toma su honda y saca del arroyo cinco piedras lisas, y pronto regresa con la cabeza ensangrentada del gigante en la mano.

 

Si quieres servir a la iglesia y a la época, amado amigo, permanece bien despierto cuando se presente la ocasión. Salta a la silla cuando el caballo esté a tu puerta, y Dios te bendecirá si estás en el camino. Está atento a las oportunidades de servirle.

 

¿Qué es, nuevamente, servir a nuestra generación? Es mantener la religión verdadera. Esto es lo que hizo David. Él tuvo graves faltas en su vida posterior que no atenuaremos, pero nunca se desvió de su lealtad a JEHOVÁ el Dios verdadero. Ninguna palabra o acción suya sancionó jamás algo parecido a la idolatría o el volverse aparte de la adoración a JEHOVÁ, el Dios de Israel. Dio un noble testimonio de su Señor. Él dijo: “Yo hablaré también tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré”, y podemos estar seguros de que él era tan bueno como su palabra, y que cuando se encontraba con potentados extranjeros, reivindicaba al Dios vivo ante ellos. Todo el conjunto y curso de su vida, con excepción de su terrible caída, fue para la gloria de Dios en quien confiaba, y para la alabanza de ese Dios que lo había librado.

 

Nosotros también serviremos verdaderamente a aquellos entre quienes vivimos manteniendo la religión verdadera. Si se hubiesen encontrado diez hombres justos en Sodoma, se habría salvado; y el mundo de hoy sólo escapa al justo juicio de Dios, debido a la presencia de aquellos que le temen y tiemblan ante Su Palabra.

 

La difusión de la “religión pura y sin mácula” es una forma segura de servir a quienes nos rodean para ayudar a encontrar la verdadera religión, David escribió muchos salmos que fueron cantado por toda la tierra de Israel. Una colección maravillosa de poemas que son únicos, ¡no hay ninguno como ellos bajo el cielo! Ni siquiera un Milton, con todas sus poderosas elevaciones, pudo igualar a David en altura en cuanto su adoración a Dios y en la profundidad de su experiencia. El hombre que da a la gente nuevas canciones para que puedan cantar a su Dios, y si bien ninguno puede igualar los salmos inspirados del rey hebreo, que siempre deben formar los más selectos libros de alabanza de la iglesia, puede, en menor grado, por voluntad de Dios, servir a su propia generación de manera similar será bendito en su obra.

 

Servir a nuestra propia generación no es hacer una sola acción, hecha de una vez y para siempre, es continuar y continuar, es servir toda nuestra vida. Note bien que David sirvió a “Su propia generación”, no sólo a una parte de ella, sino a toda. Comenzó sirviendo a Dios y siguió sirviendo a Dios.

 

¡Cuántos jóvenes he visto que iban a hacer maravillas! ¡Ah, yo! Decían, estaban tan orgullosos de la intención como si ya la hubieran hecho. Tomaron la delantera y pensaron que todos debían admirarlos por lo que iban a hacer, y estaban tan contentos con el proyecto que nunca lo llevaron a cabo. Pensaron que podrían encontrarse con algún percance si realmente lo intentaran hacer, y el proyecto era tan hermoso que lo conservaron bajo un cristal. Y ahora, ahí está, a la Sombra. No se ha logrado nada, no se ha hecho nada, aunque lo que sí se ha hecho mucho, fue pensarlo. Esto es una locura.

 

Algunos, también comienzan bien y sirven a Dios con fervor por un tiempo, pero de repente su servicio se detiene. No se puede decir justamente cómo sucede; pero además, después nunca más volvemos a saber de ellos. Hombres, hasta donde yo sé, que se parecen maravillosamente a los caballos. Consigues un caballo y piensas: “Éste es un animal de primera”, y así es, responde muy bien por un tiempo, pero de repente queda rengo y hay que conseguir otro.

 

Lo mismo ocurre con los miembros de la iglesia. Noto que de vez en cuando les da una renguera singular, muchos tenemos que decir tal como dijo el Apóstol Pablo a los Gálatas: “Corríais bien; ¿quién os estorbó para que no obedecierais a la verdad? Pero David sirvió continuamente a Dios hasta el final de su vida. ¡Que todos, por gracia divina, sirvan así también a toda nuestra generación!

 

Aún hay más en este fiel servicio a nuestra generación; y es prepararse para aquellos que vendrán tras nosotros. David sirvió a su generación hasta el final proveyendo para la siguiente generación. A él no se le permitió construir el Templo, pero almacenó una gran masa de oro y plata para que su hijo Salomón pudiera llevar a cabo su noble designio y construir una casa para Dios.

 

Éste es el verdadero servicio: comenzar a servir a Dios desde la temprana juventud, continuar hasta la vejez, e incluso luego decir: “No puedo esperar servir al Señor por mucho más tiempo, pero prepararé el camino tanto como pueda para los que vendrán detrás de mí.

 

Hace muchos años, el Dr. Rippon, ministro de esta iglesia, que en aquel entonces adoraba en New Park Street, solía profetizar sobre su sucesor. Ya muy anciano, después de haber sido pastor por más de sesenta años, recuerdan algunos que todavía están vivos, solía orar por el ministro que vendría tras él. El anciano esperaba con ansias que alguien viniera y continuara el trabajo después que él se vea obligado a abandonarlo.

 

Tú y yo también debemos hacerlo. Debemos mirar hacia adelante lo más lejos que podamos, no con una ansiedad incrédula o curiosidad impía, pero sí de la manera en que David se preparó abundantemente antes de su muerte. Si nosotros no podemos encontrar un sucesor que continúe nuestro servicio cuando tengamos que dejarlo, hagamos todo lo posible para hacer que su trabajo sea más fácil cuando llegue el momento.

 

 

II. En segundo lugar, hagamos una pregunta aún más práctica que la primera: ¿A QUE PARTE DE NUESTRA GENERACIÓN PODEMOS SERVIR?

 

Verdaderamente está escrito: “Ninguno de nosotros vive para sí”, ayudamos o estorbamos a aquellos entre quienes vivimos. Procuremos servir a nuestra época y convertirnos en peldaños en lugar de obstáculos para que puedan avanzar aquellos que nos rodean. Serviremos mejor a nuestra generación si somos claros en nuestro objetivo. Al tratar de llegar a todos, es posible que no ayudemos a nadie. El sabio intenta servir a alguien en particular, ¿Entonces, dónde deberíamos hacer el esfuerzo? Para responder a esa pregunta, divido la generación en que vivimos en tres partes.

 

Primero, está la parte que se está fraguando. Algunos son como el sol poniéndose en el oeste, pronto desaparecen. Sírvanles, queridos hermanos. Tú que estás en salud y vigor, consuélalos, fortalécelos, y ayúdalos en todo lo que puedas. Sé una alegría para ese querido anciano que ha sido salvado y guardado diez años más de la edad asignada para los hombres, setenta años, y alabemos a Dios por la gracia que le ha sostenido durante su largo peregrinaje.

 

Mira sus canas como corona de gloria, haz que su descenso a la tumba sea lo fácil que puedas. Él una vez fue tan joven como tú, una vez tuvo el vigor que tienes tú. Consuélalo, anímalo, dale el respeto que merece por sus años. No dejes que sienta que lo consideras un viejo sombrío que se siente insignificante ante las circunstancias, aprende de su experiencia, imita su perseverancia y pide a Dios que esté contigo en tu vejez, como lo está con él.

 

La segunda parte de nuestra generación a la que podemos servir es la que brilla. Me refiero a aquellos de mediana edad que son como el sol en su cenit. Los que están trabajando duro, soportando la carga y el calor del día, todavía sus huesos están llenos de médula y son hombres fuertes y listos para el servicio del Señor. Busca sostener sus manos de todas las formas posibles y ayúdalo en todo lo que puedas.

 

Como alguien de mediana edad que soy, pido especialmente la ayuda de todos mis hermanos cristianos, ya sean miembros de esta iglesia o de cualquier otra, que me ayuden con sus simpatías y oraciones. Acercándonos unos a otros, y llenar los espacios vacíos que las flechas de la muerte dejan entre nuestras filas, no sufrir nada sin dejar de hacer todo lo que puede promover la obra de Cristo o ayudar a las personas que te rodean, aquellos que son tan propensos a desfallecer rápidamente.

 

Muchos de nosotros hemos estado juntos durante casi cuarenta años, y cuando uno tras otro de nuestros queridos hermanos son quitados, que sea el anhelo de todos tratar de compensar el vacío que produjo sus partidas. Esto es lo que deben hacer aquellos como parte brillante de nuestra generación.

 

Muchos de nosotros hemos estado juntos durante casi 40 años, y cuando, uno tras otro, nuestros queridos hermanos y hermanas sean llevados, que sea la ambición de todos tratar de suplir lo que faltará con su partida. Esto es lo que se debe a aquellos que son como la parte brillante de nuestra generación.

 

Sin embargo, quiero referirme fundamentalmente de servir a sus propias generaciones, me refiero a los jóvenes que, como el sol recién están apareciendo sobre el horizonte por el este. Esta parte de nuestra generación que está especialmente al cuidado de sus padres y de los maestros de escuela dominical, no le dejemos la tarea exclusivamente a ellos por completo. La mayoría de nosotros podemos hacer algo para servir a esta parte de nuestra generación antes de quedarnos dormidos. Amados, encomiendo a vuestro cuidado y atención a los niños y jóvenes que abundan entre nosotros. En ellos reside nuestra esperanza para el futuro de la causa de Dios en la tierra.

 

En primer lugar son los más accesibles. Afortunadamente, podemos llegar a una gran cantidad de niños. En Londres la gente ya no va a ningún lugar de culto, la vieja costumbre de asistir a la iglesia o la capilla, parece ir desapareciendo, se ha abandonado, pero esa gente seguirá permitiendo que los niños vayan a la escuela dominical porque es una excusa para dedicarse a limpiar la casa y estar tranquilos sin ellos; entonces si lo hacen, no hay mejor motivo para quitárselos de en medio.

 

De todos modos, si abres una escuela en cualquier lugar de Londres, rápidamente puedes llenarlas de niños. Si no puedes hacer una cosa haz otra. Si no puedes llegar a los padres y a las madres, aunque deberías. Trata seriamente de llegar a ellos, pero si puedes llegar a los niños, ten cuidado de no perder la oportunidad de hacerlo enseñándoles las cosas de Dios. Este es el trabajo que está más cerca de ti, trata de realizarlo y “Todo lo que tu mano encuentre para hacer, hazlo con toda tu fuerza”.

 

Además, los niños son los más impresionables. ¿Qué podemos hacer con el hombre que está endurecido en pecado? La gracia de Dios puede alcanzarlo, lo sé, pero los niños que no han conocido los malos caminos, se horrorizarán cuando se enteren de ellos. Enséñales mientras el barro  aún esté blando, moldéalos para Dios. Que el Señor mismo los ayude, queridos maestros de escuela dominical, y a aquellos que trabajan entre los niños ¡Hagan bien su trabajo! Pues, están sirviendo noblemente a vuestra propia generación y a la generación siguiente.

 

La salvación de los niños debe buscarse con mayor esmero porque son los que tienen toda una vida por delante. Si un hombre de sesenta o setenta años se convierte, tendrá poco tiempo para servir a Dios en este mundo, pues, pronto partirá. Si un niño se convierte, una larga vida de utilidad puede enriquecer la iglesia de Dios. Por tanto, concéntrate en los niños.

 

Si tuvieras una reunión de hombres y mujeres cristianos y les hicieras la pregunta: “¿Cuantos de ustedes se convirtieron antes de los veintiún años? Te sorprendería mucho saber que probablemente cinco de cada seis responderían que fue en sus primeros años que fueron llevados a conocer la gracia de Dios, y confiar en Cristo como su salvador.

 

Una noche intenté el experimento con varios amigos que se habían reunido desde diferentes lugares y les pregunté: “¿Cuántos de ustedes deben su salvación a las oraciones de sus padres, a la enseñanza de sus maestras o a la instrucción de su madre? También pregunte ¿Cuánto influyó el testimonio de sus maestros de escuela dominical en la juventud? Y casi todos los del grupo, unos veinticinco dijeron que fue en la temprana juventud cuando Dios bendijo algún instrumento para su conversión.

 

Recuerden también que los que se convierten siendo niños suelen ser los mejores santos, estos de quienes acabo de hablar, quienes dieron la respuesta de que se convirtieron en su juventud, fueron ministros del Evangelio. No sé si la misma regla es cierto entre los cristianos comunes, pero entre aquellos quienes se han convertido en líderes de hombres, en casi todos los casos, se rindieron a Cristo en su juventud.

 

Nuestros pensamientos en este momento no pueden dejar de estar ocupados con nuestro amigo William Olney, quien se nos acaba de ser arrebatado tan repentinamente, para nuestro indescriptible dolor. Era tan serio como un joven como lo era cuando se hizo viejo. De hecho, nunca supe un momento en el que no fuera serio, ni siquiera lo conocí aburrido o deprimido, parecía estar siempre alegre. A veces me asombraba con su júbilo bajo el dolor, porque cuando estaba en agonías de sufrimiento y sólo podía sentarse en la plataforma por corto tiempo, nunca hubo nada en él parecido a la depresión. Siempre estaba contento y feliz como si gozara de perfecta salud. Ojalá fuera así con todos nosotros.

 

Los jóvenes cristianos se convierten en los mejores cristianos. La piedad temprana suele ser una piedad eminente, así que procure ganar un niño cuando es pequeño y entrénalo para el Señor, entonces estará listo para servir a su generación.

 

Nuevamente debemos cuidar de los niños, porque Cristo los nombra especialmente. Él dijo: “Alimenta mis ovejas”, pero también dijo: “Apacienta mis corderos”. Casi me inclinaría a decir que el Señor hizo la misma división de generación que yo he hecho. Cuando dijo por primera vez: “Apacienta mis ovejas”, puede que se haya referido a las viejas ovejas. Cuando dijo por segunda vez: “Apacienta mis ovejas”, es posible que haya tenido en mente a los de mediana edad. No hay duda de que cuando dijo: “Apacienta mis corderos”, se refería a gente joven. Cristo les dio a los corderos un lugar para ellos solos: “Apacienta mis corderos”. Deseo que los cristianos consideren más seriamente como la iglesia debería cuidar de los niños.

 

El otro día leí acerca de un niño que deseaba unirse al pueblo de Dios. Su padre dijo que era demasiado joven y lo retuvo. Sin embargo, era lo suficientemente grande como como para ser enviado una noche a guardar las ovejas. Cuando entró, su padre le dijo: “Jack, ¿has resguardado las ovejas? “Sí”, dijo, “yo guardo todas las ovejas”, poniendo gran énfasis en la última palabra. “¿Y pusiste los corderos dentro? peguntó su padre. “No”, respondió, “dejé los corderos afuera, eran demasiado jóvenes para entrar”. “¡Oh chico!” dijo el padre, “sabes más que yo, después de todo, ellos eran los que más necesitaban ser resguardados. Tú puedes ir a ver al ministro para unirte a la iglesia tan pronto como quieras”.

 

Si algunos creyentes en Cristo necesitan ser llevados especialmente a la iglesia, son aquellos que han venido a Jesús en su juventud. Les ruego que sirvan a su generación dando a los niños y a los jóvenes la más cariñosa atención y cuidado.

 

Una vez más, cuiden de los niños, porque los peligros que los rodean en la actualidad son casi innumerables. ¡Qué momento es este para los niños! No puedes leer los periódicos sin estar conmocionado por los relatos de malas acciones de niños ingenuos. Esta es una época que parece poner trampas a propósito para atraparlos.

 

Hay suficientes “penny dreadfuls”(1) para envenenar a toda una generación, están llenos de historia de crímenes con un falso halo a su alrededor de modo que parezca heroísmo. Estas viles historias están en todas partes, tal vez tu propio hijo tenga una, desconocida para ti, y la esté leyendo mientras estas sentado aquí. En todos lados se colocan trampas a los pies de nuestros muchachos. Sirve a tu generación advirtiéndoles de su peligro e intentando mantenerlos libres de los males que los rodean.

 

Satanás obtiene ventaja sobre muchas vidas jóvenes al hacer que incluso las cosas buenas se malinterpreten y utiliza trampas de muchas maneras para confundir a los jóvenes. Oh, padres y maestros, ¡Sus muchachos son la columna vertebral de la honestidad moral! Intenten demostrarles que no han venido a este mundo para complacerse a sí mismos, que hay algo mejor que hacer que eso. No descansen hasta conducirlos al Salvador, porque ningún niño está a salvo hasta que es convertido. Ninguna chica está segura en las calles de esta ciudad hasta que tiene un corazón nuevo y un espíritu recto.

 

Los tiempos son peligrosos, pero si decimos una palabra de advertencia, se nos llama puritanos amargos, siempre me causa gracia cuando me llaman puritano agrio, porque saben que no hay nadie con un sentido más resuelto por la diversión o con una vena de alegría más profunda que la mía, al mismo tiempo que me gusta tener humor y alegría luminosa consagrada a Dios. Pero cuando la alegría se convierte en un repertorio sobre el que el hombre puede caer en pecado e iniquidad, entonces cortaremos esa guía en pedazos. Deben ser salvo del pecado, ¡jóvenes, deben ser guardados del mal, si verdaderamente quieren ser felices! ¡Que la gracia de Dios ponga en sus caminos: amigos, padres y maestros sabios y piadosos, que sirvan a su generación, guiándolos por caminos de paz!

 

 

III. En tercer lugar, he hecho cuanto he intentado de explicar, así que me extenderé durante sólo uno o dos minutos, para responder esta pregunta: ¿QUÉ NOS PASARA CUANDO TERMINE NUESTRO SERVICIO?

 

“David, después de haber servido a su propia generación según la voluntad de Dios, se durmió”. El trabajo fue hecho, el trabajador se cansa, se queda dormido, ¿qué cosa mejor pudo hace? Todo fue “por voluntad de Dios”. ¿A qué parte de la oración crees que pertenece esta cláusula? ¿Sirvió David por la voluntad de Dios, o se quedó durmió por voluntad de Dios? Ambas cosas. Guiado por la voluntad de Dios realizó su obra en la tierra, y tranquilamente resignado a la voluntad de Dios, se dispuso a morir. Incluso al fallecer, cumplió con su generación al darle a Salomón algunos últimos encargos concernientes al reino, diciendo: “Ve por el camino de la tierra; se fuerte y muéstrate hombre”. Sobre su vida y su muerte puede escribirse de él, las palabras: “Por la voluntad de Dios”…

 

Oh, que todos vivamos de tal manera, que incluso en la muerte podamos servir a nuestra generación, que sea cierto para nosotros que “si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” Así se hará “la voluntad de Dios”, tanto en nuestro servicio como en nuestro sueño.

 

David es un ejemplo de lo que sucederá a quienes conozcan a Cristo al final de su servicio. No lo hizo ir dormir hasta que su trabajo estuviera hecho. “David, después de haber servido a su propia generación según la voluntad de Dios, se quedó dormido”. No quieras morir hasta que hayas hecho tu trabajo. Cuando los hermanos dice: “Oh, desearía poder ir al cielo” o “¿Cuándo llegaré a casa? Me recuerdan a un hombre que, cuando empieza a trabajar el lunes dice: “Ojalá fuera sábado por la noche”….

 

No queremos siervos así, ni Dios tampoco. Estar dispuesto a vivir doscientos cincuenta años, si Dios quiere. Esté dispuesto a vivir hasta que le falten fuerzas, si Dios quiere, aún podrá soportar sus testimonios moribundos del amor fiel e inmutable del Señor. No tenga prisa por volver al cielo. No querrá ir a dormir hasta que también haya servido a su generación….

Cuando David hubo servido a su generación, se durmió. Se nos dice que, en los primeros días del cristianismo, cuando los creyentes se dormían en Jesús, sus amigos no le decían “adiós”, sino que “buenas noches”. Por eso decimos, con las palabras de este hermoso himno…

 

“Duerme, Amado, duerme y descansa,
Recuesta tu cabeza sobre el pecho de tu Salvador–
Te amamos mucho, pero Jesús te ama más.
¡Buenas noches! ¡Buenas noches! ¡Buenas noches!

 

Sólo 'buenas noches', Amado, no '¡adiós!'
Un poco de tiempo, y todos sus santos morarán
en unión santificada, indivisible.
¡Buenas noches!

 

Hasta que nos volvamos a encontrar ante Su Trono,
Vestidos con el manto inmaculado que Él da a los Suyos,
Hasta que sepamos cómo somos conocidos:
¡Buenas noches!”

Pero luego se nos dice que cuando terminó su trabajo, se quedó dormido ¿Su alma fue la que durmió? De ninguna manera. Aquí no se habla de su alma, porque leemos que “no vio corrupción”. Pablo está hablando del cuerpo de David, “Cayó dormido, y se acostó con sus padres, y vio corrupción”. Su cuerpo cayó en su último y largo sueño y vio corrupción.

 

Si se quiere tomar las palabras en el sentido más amplio, él estaba dormido en lo que respecta al mundo, él había terminado su tarea. No le vino ningún dolor, ni alegría terrenal, ni se mezcló en contiendas interpretativas, ni se ciñó el arnés para la guerra. “Se quedó dormido”. No tuvo nada que ver con nada de lo que se hizo bajo el sol.

 

Y ese es el caso de nuestro querido amigo a quien hoy extrañamos, y también pronto será el caso contigo y conmigo. No hay mucho aquí por lo que valga la pena detenerse; pues cuando nuestro trabajo haya terminado, como David, también nos quedaremos dormidos. Entonces estaremos dormidos ante todas las decadencias de la época, todas las disputas de los hombres y todo lo que nos produce dolor de corazón.

 

¿No significa además esta expresión que su muerte fue como irse a dormir? Así es con el pueblo de Dios. Algunos mueren con un dolor considerable, pero por regla general, cuando los creyentes fallecen, simplemente cierra los ojos en la tierra y los abre en el cielo. He sentido infinitamente más placer ante un lecho de muerte que en una boda. He asistido a muchas fiestas de matrimonio, he ido allí por obligación, pero puedo confirmar lo que dijo Salomón: “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón”.

 

No soy consciente de haber ganado nada en una boda, pero he ganado mucho ante un lecho de muerte, cómo he visto el gozo, la paz y el éxtasis de niñas y jóvenes, de hombres y mujeres al fallecer con la alegría de estar “para siempre con el Señor”.

 

He conocido a algunos de los aquí presentes que eran demasiado tímidos y retraídos como para decir mucho por Cristo cuando estaban bien, pero cuando me enviaron a asistirlos en su muerte, he visto que no hubo ni un ápice de vergüenza en ellos. Hablaron con tanta valentía que les decía: “bueno, si mejoran, deben predicar para mí un domingo de estos”, y han sonreído y dicho que nunca mejorarían. Ellos sabían esto y se regocijaban al pensar que iban a donde no necesitarían ningún predicador, sino que verían a su Señor Jesús cara a cara.

 

¡Cómo se han alegrado al oír su querido nombre! Algunos de ellos han cantado aunque nunca antes los había oído cantar, y algunos de ellos han contado cosas que parecían ver y oír, lo que ojo no vio, ni oído oyó, hasta que Dios se los reveló en el momento que partían.

 

Recuerdas esos lechos de muerte, ¿no? ¿El de tu madre o el de tu padre quienes fallecieron de esa forma gloriosa? ¿Quizás un hermano amado, o una hermana, o un amigo? Bueno, si conocemos a Cristo, así será nuestro dormir en Él, poco a poco. Ustedes que creen en Cristo no deben temer a la muerte más que temer ir a dormir cada noche. Antes de dormir, te comprometerás con Dios, y cuando pongas tu cabeza sobre la almohada, la semejanza de la muerte será sobre ti, el sueño que algunos han llamado como: “el primo del sueño de la muerte”.

No tienes miedo de eso. ¿Entonces, por qué debería apoderarse de ti alguna consternación ante la perspectiva de lo que no es más que otro sueño? Más bien canta para ti -

 

 “Puesto que Jesús es mío, no temeré desvestirme,
sino que con gusto me despojo de estas vestiduras de barro;
Morir en el Señor es una bendición del Pacto,
ya que Jesús a la gloria, mediante su muerte, me abre el camino”.

 

Sigamos a donde Él nos lleva. Quizás algunos de nosotros nos quedemos hasta que Él regrese. No habrá muerte para los tales, sólo cambiarán el servicio de su generación por el servicio de los glorificados, “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” y juntos serviremos al Señor día y noche en Su Templo para siempre.

 

Mientras tanto, sirve a vuestra propia generación según la voluntad de Dios, y si el Señor demora, dormirán, tal como lo hizo David. Que Dios bendiga a los que creen en Jesús, y salve a los inconversos que están en medio nuestro, por amor de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

 

Porción de la Escritura leída antes del sermón–Hechos 13:14-43.

 

 

 

NOTA SOBRE: “SU PROPIO SERMÓN FÚNEBRE”*

Este sermón fue predicado la noche del Día del Señor después de que el Señor William Olney “se quedó dormido”. Mucho antes de que el amado predicador fuera “llamado a su hogar”, fue seleccionado para su publicación esta semana. La señora Spúrgeon siente que su querido esposo no podría haber pronunciado un discurso más adecuado para “Su propio sermón fúnebre”. Por eso le ha puesto ese título con la esperanza de que muchos puedan ser bendecidos por el mensaje que “él, estando muerto, aún habla”. Su Partida al hogar celestial se produjo el 31 de enero de 1.892 en Mentón Francia.

 

(1) penny dreadfuls: publicaciones semanales de muy baja calidad en los que se abordaban temas sensacionalistas que generalmente giraban en torno a crímenes, sexo o fenómenos sobrenaturales.

 

 

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